Hola! Aquí os saludo, desde mi aburrida tarde de Domingo para que me dediquéis unos minutos de vuestro, quizá importante, tiempo. Para quiénes no hallan prestado demasiada atención a los capítulos pasados os describo la situación: Están en plena noche en aquel descampado con el lago tantas veces pronunciado después de haberse alimentado. Monique tiene la idea de ver cómo pelean y sus respectivos dones en acción. Es el turno de Michelle.
Disfrutad del capítulo, por favor, sed sinceros en cuanto a vuestra opinión y muchas gracias por leerme.
Patri.
XXXIV
“El mar es como la amistad;
se ve el horizonte pero no el final…”
Asintió y se acercó un poco más al agua del lago. Se agachó ligeramente y puso la mano mirando hacia abajo. La fue levantando despacio y un poco de agua se levantó, como un pequeño chorro que iba subiendo lentamente.
-Si levanto la mano despacio, pasa esto. -la subió del todo rápidamente. El agua subió como una ola y la empapó por completo. A nosotros sólo nos llegaron unas cuantas gotas. Empezó a hablar sarcásticamente mientras los demás nos reíamos por las pintas que le habían quedado- Vale, ya habéis visto que pasa si lo hago deprisa…
-Mejor no hagas eso. -dijo Monique aún riéndose- Empieza despacio y no hagas movimientos muy bruscos. Ya te saldrá.
Michelle se escurrió el pelo y la ropa como pudo, pero seguía empapadísima. Suspiró y se le ocurrió una idea. Levantó los dos brazos por completo y los giró en círculos por encima de su cabeza. Una ráfaga de viento se acercó al campo y nos hizo retroceder a todos los demás. El aire nos cegó durante unos segundos y cuando pudimos verla, estaba completamente seca. Sonrió y se encogió de hombros.
-Vale, la próxima vez intenta no dejarnos ciegos, ¿vale? -dijo Monique sarcásticamente- Prueba con la tierra.
Asintió y se agachó para poner la mano en la hierba. Fue levantando la mano ligeramente y una pequeña rama salió, haciendo caso a sus movimientos.
-Vale, este lo dominas mejor. Prueba a subirlo más, pero… -empezó a decir Monique cuando Michelle levantó el brazo del todo. Una gran rama empezó a inundar el medio del campo, haciendo que nos echásemos hacia atrás, casi llegando a los árboles cercanos- ¡no tanto! -gritó Monique cuando vio que había un tronco de un árbol enorme en el claro- ¡Sácalo, sácalo! -siguió gritando cuando Michelle bajó el brazo de golpe a la vez que aquella rama que había crecido demasiado. Monique respiró aliviada y los demás volvimos a nuestra posición original, aún asustados-.
-¿Pruebo con el fuego? -preguntó Michelle mirando a la nada, empezando a concentrarse-.
-¡No, no, no! -empezamos a gritar todos mientras negábamos con la cabeza, empezando a ponernos nerviosos de nuevo-.
-Michelle, es mejor que empieces despacio con tus poderes. -dijo Monique, volviéndose seria- Tu don es… muy poderoso. Y si no lo consigues controlar, puede volverse demasiado peligroso. Para ti y para nosotros. Así que es mejor que no hagas movimientos bruscos con ninguno de ellos. -ella suspiró resignada y volvió a su sitio anterior- De todos modos, sabes controlar las catástrofes, que ya es un comienzo. -se rió. Al segundo cambió de tema- ¿Qué más dones pueden servirnos para la pelea? -nos miró a todos- ¿Nat? -se acercó al centro- Veamos qué tal. Mejor empieza con la velocidad.
-Pero… ¿no lo habéis visto ya antes? -contestó-.
-Sí, pero nos fijábamos en la pelea, no en tu don en concreto. -nos miró a los demás- Será mejor que hagáis una carrera tú y alguien más para compararlo. ¿Voluntarios? -nos quedamos en silencio, esperando que alguien asintiese- Bah, iré yo misma. Hasta el otro lado del lago. Pásalo como quieras.
Se pusieron delante de nosotros de espaldas, preparadas para la carrera. Michelle dio la salida y comenzaron a correr. Monique estaba casi todo el rato observando a Nat, que le llevaba mucha ventaja. Al llegar al lago, Nat titubeó un poco, pero al final se tiró de cabeza y comenzó a nadar para llegar al otro lado. Nos dimos cuenta que no sólo corría rápido, sino que también nadaba más deprisa que los demás. Monique decidió pasar saltando de un árbol a otro. Cuando llegó, Nat estaba apoyada en un tronco con los brazos cruzados; sonriente y empapada. Volvieron junto a nosotros al rato.
-Michelle, ¿podrías…? -empezó a preguntar Nat con los brazos extendidos. Ella levantó la mano, cortando su frase. De nuevo, una ráfaga de viento volvió al campo. La secó por completo- Sí, eso, gracias.
-Vale, queda demostrado que tu don funciona bastante bien. -dijo Monique, riéndose- Simplemente practica haciendo carreras y esas cosas. -asintió, sonriente- Humm… mañana podemos hacer una… búsqueda o algo por el estilo para ver si detectamos tu olor.
-¿Puedo ir yo ahora? -preguntó Ian, adelantándose y poniéndose al lado de Monique-.
-Nunca te he visto usar tu don. -dijo Eric, extrañado- ¿Era…?
-Persuadir, sí. -contestó por él- No lo suelo usar mucho porque… es contra la voluntad de la gente; y no me parece demasiado bien.
-Si en el fondo es un trozo de pan… -dijo Michelle sonriente mientras los demás poníamos los ojos en blanco para acabar riéndonos-.
-Vale, ¿voluntario para dejarse “persuadir”? -preguntó Ian, cruzándose de brazos y levantando las cejas-.
-Humm… -empezó a decir Michelle, indecisa- Yo lo haría, pero a saber que me obligas a hacer… -se rió, acercándose a ellos dos- En fin…
-Vale. –contestó Monique mirando hacia nosotros, en medio de Ian y Michelle. Miró hacia él- ¿Sabes hacerlo sin tener que pensarlo?
-Me costará, pero lo puedo intentar… -dijo él, empezando a concentrarse-.
-Haz que diga algo que Michelle nunca diría… así queda constancia de que funciona. –Maia se rió por su propio chiste antes de volver a cruzarse de brazos-.
Ian se alejó un paso de Michelle y ella seguía mirándolo, expectante.
-Mirad. –dijo Monique rápidamente en un susurro mientras señalaba a los ojos de Ian-.
Nos giramos ligeramente para fijarnos mejor. Tenía los brazos cruzados y una ceja ligeramente levantada. Miré detenidamente a sus ojos de color rojo sangre brillante, recién alimentados. Sus pupilas comenzaron a contraerse, para sorpresa de casi todos los presentes. Llegaron a ser un punto casi minúsculo; cuando parpadeó y volvieron a la normalidad.
-Mola. –respondió Eric mientras nos reíamos durante un par de segundos-.
-¡Chist, esperad! –gritó Monique, sin parar de mirarlos-.
Ian se apartó ligeramente y nos fijamos en que Michelle no parpadeaba y miraba a la nada.
-¿Qué narices…? –dijo Nat mientras pasaba la mano delante de su cara, sin respuesta alguna-.
-Ahora mismo es como… una marioneta. –empezó a decir Monique- El único defecto es que si la otra persona no quiere, no funciona. Tiene que practicar más, eso es todo.
Ian se acercó a Michelle y le susurró algo al oído que no pudimos percibir. Al segundo, la expresión de su cara cambió y en su rostro comenzó a reflejarse otro sentimiento. Odio.
-¡Ian, eres idiota! –empezó a gritar, intentando pegarle- ¡No quiero volver a verte en toda mi vida! –nos quedamos con la boca abierta. Ninguno esperábamos aquella repentina reacción-.
Chasqueó los dedos y Michelle volvió a la normalidad en unas milésimas. Levantó la ceja.
-Vale, ¿alguien puede decirme que clase de ridículo he hecho? –preguntó justo antes de que Ian se empezase a reír-.
-Insultarme, básicamente. –contestó mientras sonreía levemente-.
-¡¿Qué?! –gritó repentinamente- ¡¿Pero por qué me haces decir esas cosas?!
-Para comprobar que era verdad, nada más. –respondió él colocándole el pelo detrás de la oreja- No te lo tomes a mal, ¿vale?
-Buenooo… ya vale. –dijo Monique poniéndose en medio- ¿Algún don más que sirva para la pelea?
-El mío no creo. –contesté, torciendo la boca- Maia, tampoco, salvo para saber cual es el don de aquel vampiro que no conocéis; Eric…, tampoco; y… ¿Monique? –me giré hacia ella-.
-Sí, ya sé que valdrá de bastante pero también sé como mejorarlo. Estoy en ello, no os preocupéis. –asentimos-.
Nos fijamos en el cielo. El sol comenzaba a salir por el Este, silenciando toda conversación anterior.
-Hora de irse. –dijo Nat haciendo amago de caminar hacia nuestra casa. Asentimos y al poco llegamos al árbol-.
[...]