miércoles, 24 de noviembre de 2010

Añadido.

Buenas tardes ! ^^ Esta entrada la dedicaré a los personajes. Reconozco que no los he descrito con claridad, así que, aquí vienen. Próximamente (ya parezco unos anuncios sobre un capítulo de algo): Los primeros capítulos "re-editados", ya que ahora que los releo no me convencen demasiado.

SALUDOS ! =D

P.D: No voy a cambiar nada de la historia pero sí la forma de expresarme y de describir alguna cosa (sí, añadiré estas descripciones por la historia).

P.D(2): Sólo aparecen los inventados ya que supongo que los otros los conocéis:

Ailin: Patri.
Nat: Noe.
Maia: Paula.
Michelle: Alemi.
Monique: Águeda.
Ariana: Sara M.
Isabell: Alisha.
Leonard: Dani.

Personajes “inventados” de Helado Corazón. (Por orden de aparición):

=> Eric. -Físicamente: Pelo corto (normal), castaño. Antes, ojos marrones (lo que se dice color chocolate) y después, rojo claro. Más bajo que Ian (poco). Fuerte, ni musculoso ni escuálido. Suele vestir pantalones vaqueros, chaquetas de cuero (en alguna ocasión), camisas, camisetas (más habitualmente estas últimas), sudadera (sólo cuando practican poderes o lucha), converse o tenis.

-Psíquicamente: Cuando era humano, solía ser uno de los “protagonistas” en su grupo de amigos, pero después de perderlos ha cambiado un poco. Alegre, sonriente, amigable, un poco celoso, salado. Aún no se lleva demasiado con el resto, salvo Nat y Ailin. Romántico, más que el resto (no empalagoso)

Se lleva mejor con: Nat.

Se lleva peor con: Ian (de momento ¬¬).

=> Ian. –Físicamente: Pelo un poco más largo que Eric pero lo tienen más o menos igual, castaño oscuro (algo de flequillo). Ojos más rojos que los demás (después) y grises antes. Es el más alto y corpulento. Suele vestir chaquetas de cuero o camisas y vaqueros, converse. Raramente, tenis.

-Psíquicamente: Aunque sea bueno, es el que más podría ser de los malos, pero se mantiene con los demás por Michelle (ahora es cuando decís “Ooooh…”). Arrogante, siempre tiene la última palabra, suele hacerse el más “hombre” pero al final es un trozo de pan. Con fama de graciosillo. Su relación con Monique es como la de cualquier par de hermanos, se pelean, pero en el fondo se quieren y, en este caso, son la única familia que tienen.

Se lleva mejor con: Michelle.

Se lleva peor con: Eric (de momento, repito).

domingo, 21 de noviembre de 2010

Helado Corazón XXXIV

Hola! Aquí os saludo, desde mi aburrida tarde de Domingo para que me dediquéis unos minutos de vuestro, quizá importante, tiempo. Para quiénes no hallan prestado demasiada atención a los capítulos pasados os describo la situación: Están en plena noche en aquel descampado con el lago tantas veces pronunciado después de haberse alimentado. Monique tiene la idea de ver cómo pelean y sus respectivos dones en acción. Es el turno de Michelle.

Disfrutad del capítulo, por favor, sed sinceros en cuanto a vuestra opinión y muchas gracias por leerme.

Patri.

XXXIV

“El mar es como la amistad;

se ve el horizonte pero no el final…”

Asintió y se acercó un poco más al agua del lago. Se agachó ligeramente y puso la mano mirando hacia abajo. La fue levantando despacio y un poco de agua se levantó, como un pequeño chorro que iba subiendo lentamente.

-Si levanto la mano despacio, pasa esto. -la subió del todo rápidamente. El agua subió como una ola y la empapó por completo. A nosotros sólo nos llegaron unas cuantas gotas. Empezó a hablar sarcásticamente mientras los demás nos reíamos por las pintas que le habían quedado- Vale, ya habéis visto que pasa si lo hago deprisa…

-Mejor no hagas eso. -dijo Monique aún riéndose- Empieza despacio y no hagas movimientos muy bruscos. Ya te saldrá.

Michelle se escurrió el pelo y la ropa como pudo, pero seguía empapadísima. Suspiró y se le ocurrió una idea. Levantó los dos brazos por completo y los giró en círculos por encima de su cabeza. Una ráfaga de viento se acercó al campo y nos hizo retroceder a todos los demás. El aire nos cegó durante unos segundos y cuando pudimos verla, estaba completamente seca. Sonrió y se encogió de hombros.

-Vale, la próxima vez intenta no dejarnos ciegos, ¿vale? -dijo Monique sarcásticamente- Prueba con la tierra.

Asintió y se agachó para poner la mano en la hierba. Fue levantando la mano ligeramente y una pequeña rama salió, haciendo caso a sus movimientos.

-Vale, este lo dominas mejor. Prueba a subirlo más, pero… -empezó a decir Monique cuando Michelle levantó el brazo del todo. Una gran rama empezó a inundar el medio del campo, haciendo que nos echásemos hacia atrás, casi llegando a los árboles cercanos- ¡no tanto! -gritó Monique cuando vio que había un tronco de un árbol enorme en el claro- ¡Sácalo, sácalo! -siguió gritando cuando Michelle bajó el brazo de golpe a la vez que aquella rama que había crecido demasiado. Monique respiró aliviada y los demás volvimos a nuestra posición original, aún asustados-.

-¿Pruebo con el fuego? -preguntó Michelle mirando a la nada, empezando a concentrarse-.

-¡No, no, no! -empezamos a gritar todos mientras negábamos con la cabeza, empezando a ponernos nerviosos de nuevo-.

-Michelle, es mejor que empieces despacio con tus poderes. -dijo Monique, volviéndose seria- Tu don es… muy poderoso. Y si no lo consigues controlar, puede volverse demasiado peligroso. Para ti y para nosotros. Así que es mejor que no hagas movimientos bruscos con ninguno de ellos. -ella suspiró resignada y volvió a su sitio anterior- De todos modos, sabes controlar las catástrofes, que ya es un comienzo. -se rió. Al segundo cambió de tema- ¿Qué más dones pueden servirnos para la pelea? -nos miró a todos- ¿Nat? -se acercó al centro- Veamos qué tal. Mejor empieza con la velocidad.

-Pero… ¿no lo habéis visto ya antes? -contestó-.

-Sí, pero nos fijábamos en la pelea, no en tu don en concreto. -nos miró a los demás- Será mejor que hagáis una carrera tú y alguien más para compararlo. ¿Voluntarios? -nos quedamos en silencio, esperando que alguien asintiese- Bah, iré yo misma. Hasta el otro lado del lago. Pásalo como quieras.

Se pusieron delante de nosotros de espaldas, preparadas para la carrera. Michelle dio la salida y comenzaron a correr. Monique estaba casi todo el rato observando a Nat, que le llevaba mucha ventaja. Al llegar al lago, Nat titubeó un poco, pero al final se tiró de cabeza y comenzó a nadar para llegar al otro lado. Nos dimos cuenta que no sólo corría rápido, sino que también nadaba más deprisa que los demás. Monique decidió pasar saltando de un árbol a otro. Cuando llegó, Nat estaba apoyada en un tronco con los brazos cruzados; sonriente y empapada. Volvieron junto a nosotros al rato.

-Michelle, ¿podrías…? -empezó a preguntar Nat con los brazos extendidos. Ella levantó la mano, cortando su frase. De nuevo, una ráfaga de viento volvió al campo. La secó por completo- Sí, eso, gracias.

-Vale, queda demostrado que tu don funciona bastante bien. -dijo Monique, riéndose- Simplemente practica haciendo carreras y esas cosas. -asintió, sonriente- Humm… mañana podemos hacer una… búsqueda o algo por el estilo para ver si detectamos tu olor.

-¿Puedo ir yo ahora? -preguntó Ian, adelantándose y poniéndose al lado de Monique-.

-Nunca te he visto usar tu don. -dijo Eric, extrañado- ¿Era…?

-Persuadir, sí. -contestó por él- No lo suelo usar mucho porque… es contra la voluntad de la gente; y no me parece demasiado bien.

-Si en el fondo es un trozo de pan… -dijo Michelle sonriente mientras los demás poníamos los ojos en blanco para acabar riéndonos-.

-Vale, ¿voluntario para dejarse “persuadir”? -preguntó Ian, cruzándose de brazos y levantando las cejas-.

-Humm… -empezó a decir Michelle, indecisa- Yo lo haría, pero a saber que me obligas a hacer… -se rió, acercándose a ellos dos- En fin…

-Vale. –contestó Monique mirando hacia nosotros, en medio de Ian y Michelle. Miró hacia él- ¿Sabes hacerlo sin tener que pensarlo?

-Me costará, pero lo puedo intentar… -dijo él, empezando a concentrarse-.

-Haz que diga algo que Michelle nunca diría… así queda constancia de que funciona. –Maia se rió por su propio chiste antes de volver a cruzarse de brazos-.

Ian se alejó un paso de Michelle y ella seguía mirándolo, expectante.

-Mirad. –dijo Monique rápidamente en un susurro mientras señalaba a los ojos de Ian-.

Nos giramos ligeramente para fijarnos mejor. Tenía los brazos cruzados y una ceja ligeramente levantada. Miré detenidamente a sus ojos de color rojo sangre brillante, recién alimentados. Sus pupilas comenzaron a contraerse, para sorpresa de casi todos los presentes. Llegaron a ser un punto casi minúsculo; cuando parpadeó y volvieron a la normalidad.

-Mola. –respondió Eric mientras nos reíamos durante un par de segundos-.

-¡Chist, esperad! –gritó Monique, sin parar de mirarlos-.

Ian se apartó ligeramente y nos fijamos en que Michelle no parpadeaba y miraba a la nada.

-¿Qué narices…? –dijo Nat mientras pasaba la mano delante de su cara, sin respuesta alguna-.

-Ahora mismo es como… una marioneta. –empezó a decir Monique- El único defecto es que si la otra persona no quiere, no funciona. Tiene que practicar más, eso es todo.

Ian se acercó a Michelle y le susurró algo al oído que no pudimos percibir. Al segundo, la expresión de su cara cambió y en su rostro comenzó a reflejarse otro sentimiento. Odio.

-¡Ian, eres idiota! –empezó a gritar, intentando pegarle- ¡No quiero volver a verte en toda mi vida! –nos quedamos con la boca abierta. Ninguno esperábamos aquella repentina reacción-.

Chasqueó los dedos y Michelle volvió a la normalidad en unas milésimas. Levantó la ceja.

-Vale, ¿alguien puede decirme que clase de ridículo he hecho? –preguntó justo antes de que Ian se empezase a reír-.

-Insultarme, básicamente. –contestó mientras sonreía levemente-.

-¡¿Qué?! –gritó repentinamente- ¡¿Pero por qué me haces decir esas cosas?!

-Para comprobar que era verdad, nada más. –respondió él colocándole el pelo detrás de la oreja- No te lo tomes a mal, ¿vale?

-Buenooo… ya vale. –dijo Monique poniéndose en medio- ¿Algún don más que sirva para la pelea?

-El mío no creo. –contesté, torciendo la boca- Maia, tampoco, salvo para saber cual es el don de aquel vampiro que no conocéis; Eric…, tampoco; y… ¿Monique? –me giré hacia ella-.

-Sí, ya sé que valdrá de bastante pero también sé como mejorarlo. Estoy en ello, no os preocupéis. –asentimos-.

Nos fijamos en el cielo. El sol comenzaba a salir por el Este, silenciando toda conversación anterior.

-Hora de irse. –dijo Nat haciendo amago de caminar hacia nuestra casa. Asentimos y al poco llegamos al árbol-.

[...]

domingo, 10 de octubre de 2010

Helado Corazón XXXIII

Pues nada... capítulo 33 ^^ xDD Mañana tendría que ser puente, pero noOoOo... HAY CLASE ! xD Menos para cierta persona ¬¬ xDDD

Saludos//* :P

XXXIII

“Si la noche es tan oscura que,
ni tus propias manos consigues ver,
ten seguro que amanecerá…”

-En marcha. –dijo Maia dando una palmada e inundando el silencio durante unos segundos-.

Nos movimos sigilosos por el bosque en la oscura noche, como sombras acechando al fin de otras nuevas vidas. Entramos abriendo el agujero que, todos los días que íbamos de caza, cerraban los guardias. Un estruendoso golpe se oyó en todo el pasillo. Miramos a nuestro alrededor y nos pusimos manos a la obra, cada uno por su camino.

-Creo que llamamos demasiado la atención. –comenzó a decir Michelle mientras nos alejábamos de la cárcel- Al menos nos alimentamos dos o tres veces por semana y… sospecharán.

-Ya encontraremos una solución a eso, Michelle. –contestó Monique en cuanto llegamos a casa. Nos miró a todos detenidamente antes de mirar al suelo- Preparaos. Salimos en cinco minutos.

La cola para ir al baño a cambiarse se comenzó a formar en ese mismo instante. Acabamos todos con chándal y camisetas… lo más viejas posible; ropa que no nos importase demasiado que se manchase o rompiese. Aparte, Nat se puso dos trenzas, ya que tenía el pelo bastante largo; yo, una coleta alta –que conseguí dejar decente por primera vez en mi vida-, con unas horquillas sujetándome el flequillo hacia atrás; Maia se hizo un pequeño moño con una pinza; Michelle dos coletas y Monique ni quería ni necesitaba recoger su pelo corto azabache.

>>Llegamos al lago quince minutos después.

-Bueno… hemos tardado más de lo que esperaba, pero aún nos quedan unas cinco horas de oscuridad. –dijo Monique, colocándose en frente de todos los demás. Cogió una pequeña caja del bolsillo de su sudadera- He traído esto. –la abrió. Contenía unos trozos de papel con algo escrito que no llegué a ver- Cada uno tiene un nombre. Cogeremos dos y a aquellos les tocará simular una pelea.

Asentimos. Parecía lo más justo para decidir quién lucharía con quién.

-Vale, emm… ¿una mano inocente? –empezó a decir Michelle mirando hacia los lados. Fijó la vista en alguien en concreto- ¿Maia? –ésta levantó la ceja- De lo que yo sé… sirves para mano inocente.

-A ver… -contestó Maia acercándose a la caja. Removió un poco los trozos y cogió uno, enseñándolo a los demás- Nat con… -cogió otro y volvió a enseñarlo- Ailin.

Michelle se puso detrás de nosotras y nos empujó para que nos pusiésemos en medio de los demás. Las dos pusimos cara de: “No me convence mucho…”

-Eh… yo no pienso pelear con ella. –dijo Nat arqueando las cejas y saliendo del medio-.

-¡Pues yo sí! –grité soltando una risilla mientras di un puñetazo a su cara, pero sin intención de hacerle daño. Se agachó rápidamente y levantó la ceja, cabreándose-.

-¡A la cara no, coño! -respondió gritando. Dobló las rodillas preparada para la pelea- Muy bien…

Llegó a mi lado en medio segundo sin darme cuenta siquiera. Se agachó y me dio una patada para hacerme caer al suelo. Toqué la hierba con la cara y miré hacia arriba.

-¡No vale! –dije levantándome de golpe. Miré a los demás, que no paraban de reírse- Sí, reíros… pero a ver quien pelea con alguien el doble de rápido que tú… -me coloqué en frente de ella de nuevo. No pensaba rendirme-.

Fui corriendo hacia ella para intentar agarrarla. Se agachó y pasó al otro lado, agarrándome los brazos por la espalda. Me quedé petrificada unos segundos. No sé de donde saqué las fuerzas para agarrarla más fuerte y conseguir tirarla contra un árbol de los más cercanos. Mi respiración comenzó a ser algo más fuerte y temblé un poco.

-¡N… Nat! –grité, acercándome un poco. Se levantó rápidamente y apareció enfrente de mí de nuevo. Sonrió-.

-Vaya… ahora estamos igualadas, ¿no? –contestó mientras nos reíamos las dos. Parecía estar intacta-.

-Vale, creo que es suficiente. –dijo Monique, poniéndose en el medio de nuevo. Sacudí un poco de tierra que me había manchado el chándal, al igual que hizo Nat con su camiseta- Ailin, ¿sacas tú el siguiente?

-Sí. –respondí asintiendo y acercándome a ella. Saqué un papel de nuevo- Monique y… -cogí otro. Al verlo, abrí los ojos, sorprendida. Me mordí el labio, nerviosa por las miradas extrañadas-.

-¿Quién, Ailin? –preguntó Monique, levantando la ceja-.

-Ian. –respondí rápidamente mirando de reojo hacia él mientras le daba el papel a Monique-.

Ésta suspiro y bajó la mirada. Ian miró hacia otro lado, ignorándola. Monique se acercó a donde estaba yo antes y levantó la mirada.

-Vale, acabemos con esto. –dijo mirando hacia él. Éste seguía sin hacer caso- ¡Venga! –miró hacia ella y puso los ojos en blanco. Se acercó despacio a la posición que le correspondía en el centro-.

Los dos parecían dispuestos a pelear de verdad, no simplemente “practicar”. Ian le hizo un gesto con la mano para que empezase a atacar. Asintió levemente levantando las cejas y se acercó rápidamente para intentar morderle en la muñeca, agarrándole el brazo; éste, se soltó, consiguió agarrarla y Monique acabó en el suelo. Ian sonrió irónicamente y su hermana se levantó, con un poco más de enfado y un poco menos de orgullo. Esta vez fue él quien atacó primero, intentando placarla, como si de un partido de rugby se tratase. Ella saltó y se puso detrás de él, le dio una patada en la espalda y acabó estampado contra un árbol. Se giró hacia Monique y negó con la cabeza mientras volvía a su posición original.

Continuaron peleando un buen rato más, bastante igualados. Al poco, Monique quedó sentada a la espalda de su hermano, impidiendo que se levantase.

-¿Cómo has podido, Ian? –preguntó con cierto tono de rabia y dolor en su voz- ¿Por qué me consideras una extraña en tu vida?

-¡Eso no es cierto! –gritó, consiguiendo levantarse y agarrarla por las muñecas, girándola hacia delante- ¡Sólo era una broma, y lo sabes!

-¡Pues no me sientan nada bien esas bromas! –contestó, soltándose y empujándolo, muy cerca del agua del lago- ¡Si fueses un buen hermano lo sabrías! –se levantó rápidamente-.

Se quedaron unos segundos en silencio, uno enfrente del otro, en posición de ataque. Se notaba en sus ojos que escrutaban todos los movimientos del contrario, esperando cualquier cosa.

En un instante, desdoblaron las rodillas y se quedaron como antes.

-Lo siento… -susurraron a la vez, con los ojos llorosos, rindiéndose-.

Se acercaron lentamente –aún alerta-, después de reírse levemente. Se abrazaron, Ian le besó la cabeza y la despeinó un poco con la mano. Monique levantó la cabeza y le miró mal, pero aún sin parar de reír. Los demás nos miramos sonriendo. Por fin había pasado todo.

-Bueno, ya vale. –dijo, marcando una de las comisuras para sonreír de lado. Sacó de nuevo la cajita mientras Ian volvía a su sitio- ¿Quién coge los nombres esta vez? –preguntó, mostrándonos la caja. Nos miramos los unos a los otros. Monique puso los ojos en blanco- Vale, lo haré yo… -cogió dos papeles a la vez- Michelle y Maia. –sonrió al terminar de hablar-.

Se adelantaron y repitieron la operación; aunque me sorprendió la increíble agilidad que tenían en comparación con los demás. A los ojos de un humano, parecería que había unos borrones que volaban en medio del césped.

-Más que suficiente. –dijo Monique al cabo de un rato, asintiendo- Será mejor que vosotras practiquéis para mejorar vuestros dones. –miró a Eric, cambiando de tema- Vale, ahora sólo queda

Eric por practicar. ¿Quién va con él?

-Yo no, por supuesto… -contestó Nat rápidamente- No voy a pelear con él. –nos reímos por la cara de convicción que tenía al decir esto y nos quedamos callados un rato-.

-Vale… lo haré yo… -empezó a decir Ian mientras volvía al centro del claro- Total… la otra vez me dejé ganar... –Se rió. Monique le dio un puñetazo en el brazo cuando pasó por su lado mientras sonreía irónicamente-.

Observamos la pelea de nuevo. Eric no parecía muy convencido de qué hacer, así que solamente esquivaba los golpes de Ian como podía. Le superaba en fuerza, pero Eric a él en velocidad –lo que nos sorprendió bastante a todos, ya que nunca nos habíamos fijado en ello-. Eric acabó en el suelo, rindiéndose.

-Bueno… estaba claro quién ganaría, ¿no? –dijo Ian dándole la mano para que se levantase- De todos modos… buen adversario.

-Igualmente. –contestó sonriendo mientras se daban la mano, en señal de tregua-.

Nos reímos y Monique volvió al centro. Guardó la caja en su bolsillo y nos miró.

-Creo que por hoy son suficientes luchas. -empezó a decir, sonriente- Ailin y Nat, tenéis que practicar bastante, lógicamente, aunque no vais muy desencaminadas; Maia y Michelle, no creo que tengáis que volver a practicar, ya que tenéis mucha experiencia; Ian, no te fijes tanto en tener una fuerza descomunal e intenta coger velocidad; y Eric, simplemente practica. -sonrió- Pero esto no ha terminado. Quedan por ver los dones. Ahora intentaremos buscar formas de que avancen y lo practicareis todo el tiempo posible, también por el día. -nos miró a todos y levantó las cejas- Michelle, ven. -avanzó unos pasos y se puso al lado de Monique, en el centro del campo- ¿Empiezas mostrándonos en que nivel está tu don ahora mismo?

[...]

martes, 14 de septiembre de 2010

Helado Corazón XXXII

OMG ! Cuanto tiempo pasó desde que actualicé la última vez !! T.T

Lo siento, lo siento... x1000000

Bueno, pues... leed, comentad y... MUCHAS GRACIAS POR TODO ! ^^

Saludos //*

XXXII

“De la noche de los tiempos de tu oscuridad,
he regresado a buscar un don para la humanidad…”

Volvimos a casa al atardecer. Michelle e Ian ya habían solucionado sus “problemas” y ya estaban como siempre. Nos encontramos las habitaciones vacías…

-¿Y Nat y Eric? -preguntó Maia, sentándose en el sofá después de mirar de reojo a donde estaban ellos antes-.

-A saber qué estarán haciendo… -contestó Michelle irónicamente con una pequeña risa. Se apoyó en el reposa-brazos de otro de los sofás-.

-Eh, no seáis mal pensados… -dije dando un pequeño salto para sentarme encima del respaldo del sofá donde estaba Maia- A lo mejor… ¿están discutiendo?

-¿Y por qué se han ido? –preguntó Ian levantando la ceja y sonriendo de lado. Se sentó en el sofá donde estaba Michelle y le dio con el codo para que cayese hacia su lado. Ella le contestó mirando mal… pero sólo aguantó dos segundos; se sonrieron y fue a sentarse a su lado-.

-Qué cruz… -dijo Maia mirando hacia ellos de reojo. Nos reímos las dos-.

Oímos el sonido de la puerta al abrirse y nos giramos todos rápidamente. Eric y Nat entraron de la mano y riéndose, eliminando toda tristeza anterior.

-Vaya… -empezó a decir Michelle, girándose hacia delante y soltando alguna risilla- Ahora la gente aquí se volvió bipolar…

-¿Y vosotros así? –pregunté cuando cesaron las risas-.

-Nada, que… lo hemos arreglado. –contestó Nat sonriente, andando delante de Eric mientras iba hacia el sofá libre, todavía de su mano-.

-Yo diría… más que arreglado. –dijo Eric pasándole el brazo por el hombro a la vez que sonreían-.

-Ay, dios… -respondí mientras Maia y yo nos poníamos la mano en la cara, en gesto de resignación- Tenemos que empezar a irnos de casa cuando pasen estas cosas…

La habitación estalló en risas durante unos pocos segundos. Al poco, como por instinto, todos giramos la cabeza hacia nuestra derecha. Comenzamos a oír un sonido… extraño, nunca escuchado por los vampiros nuevos –como Nat, Eric y yo-. Semejaba… un tractor o cualquier otra máquina arrolladora, rompiendo un montón de árboles por segundo. Luego, agudicé más el oído y me percaté de que no era ni una máquina, ni se estaban destruyendo árboles. El sonido llegaba cada vez más deprisa. Nos levantamos rápidamente y fuimos a las ventanas más cercanas. No se veía absolutamente nada salvo maleza y bosque. Nos giramos de nuevo al centro del salón…

-¡¿Monique?! –gritamos casi todos a la vez. Ian se volvió a sentar en el sofá, ignorando por completo la presencia de su hermana. Ésta se dio cuenta y lo miró de reojo-.

-Tranquilo, Ian. No vengo para que “su majestad” me pida perdón, ni mucho menos. –se sentó a la mesa, haciéndonos un gesto para que nos sentásemos también. Suspiró y puso las manos sobre la mesa- Nos han encontrado. No sé cuándo ni cómo lo han hecho, pero así es.

-¡¿Quiénes?! –gritamos Nat y yo al mismo tiempo mientras los demás reflejaban en sus rostros la sorpresa y el miedo-.

-Los que nos persiguieron por estar en su territorio. –dijo Maia levantándose, cruzándose de brazos y mirando al suelo. Monique asintió-.

-Así es. La mayoría de nosotros ya los conocemos, -miró hacia Michelle, Maia e Ian. Luego a Eric, Nat y a mí- pero tendremos que prepararos a vosotros tres.

-Lo más importante es que estéis al tanto de sus dones. –comenzó a decir Michelle. Miró a su izquierda- ¿Maia? –se giró de repente con los ojos muy abiertos- Mejor cuéntaselo tú. Conoces mejor sus dones y cómo funcionan. –asintió una vez-.

-Sus poderes son muy distintos, peligrosos; pero también tienen puntos débiles que no esperan que sepamos. –apoyó la espalda y el pie en la pared, algo encogida- Isabell. La reconoceréis por el color de sus ojos: violetas. –continuó hablando entre frases de confusión- Su don es muy poco común, y bastante parecido al de Michelle. Crea hielo con sus propias manos y puede congelar cosas. Uno de sus defectos es que no puede congelar a vampiros, sólo a humanos. En el ataque, es bastante peligrosa; pero su punto débil es la defensa. –nos sentimos un poco más seguros que antes. Continuó- Ariana. Valga la redundancia, su color de ojos es azul hielo. –de nuevo comenzamos a preguntarnos el por qué de aquel color distinto al nuestro- Se transforma en animales, conservando sus características como vampiro. El defecto es que sólo abarca desde el tamaño de un ratón hasta el de un caballo. –volvimos a romper en conversaciones más animadas y aliviadas. Maia levantó la ceja- No os engañéis. Si trabaja bien ese don podría llegar a transformarse en cualquier persona vista anteriormente. –se acercó a sentarse y cruzó los brazos sobre la mesa- Otro dato es que si muere mientras está con apariencia animal, vuelve a su apariencia vampira y no puede volver a usar a aquel animal hasta que se cumpla el “periodo de gestación” de dicho animal. Por ejemplo, de león tardaría… unos 3 meses. –puso sus dedos en las sienes y se concentró en recordar durante un par de segundos- Su ataque no es muy fuerte, pero puede aguantar horas como defensa.

-Había otro más. –continuó Monique, que había estado muy concentrada en escuchar a Maia- ¿Sabes algo de él?

-Nada de nada. –contestó ella, negando con la cabeza- Sólo lo visteis Ian y tú… ¿Os fijasteis en si hizo algo… fuera de lo normal en un vampiro? –negaron con la cabeza-.

-Apenas lo vimos, Maia. –respondió Ian levantándose del sofá y apoyándose de pie contra él- Nos dimos cuenta de que había alguien nuevo casi al final de nuestra huida. Yo ni siquiera lo vi de refilón.

-Yo sí. –dijo Monique, mirando hacia la nada. Se volvió hacia nosotros- Pero, si tiene don, no lo mostró.

-No importa. –continuó Michelle. Eric, Nat y yo seguimos prestando atención-. En una hora más o menos tendremos que salir de caza. Nos pasaremos toda la madrugada practicando. –se giró hacia nosotros- Lleváis unas décadas de retraso con respecto a nosotros, así que tendréis que aprender a luchar y luego, coger experiencia. –asentimos-.

-También tendremos que desarrollar los dones que nos puedan servir de algo, ¿no? –preguntó Nat con curiosidad-.

-También. –respondió Monique. Se giró hacia ella- Te puede servir de bastante si logras desarrollarlo como para ocultar también el olor de más gente, no solo el tuyo. -miró a los demás- Tendremos que decidir cuáles nos pueden servir de algo y cuáles no, pero la prioridad son las habilidades de lucha.

Asentimos y nos pusimos cada uno a lo nuestro. Cogí una silla y la puse al lado de la ventana más lejana a la mesa. Abrí las cortinas y me senté, observando el cielo plagado de estrellas. No deseaba cruzar palabra con nadie de mi familia, aunque siempre me lo pasaba muy bien con ellos. Apoyé mis brazos cruzados en el alféizar de la ventana. Me sentía cansada y con el presentimiento de que todo esto acabaría mal.

-¿Ailin? –me giré y vi a Nat acercarse. Se agachó para ponerse a mi altura- ¿Te pasa algo?

-No, no… -contesté rápidamente y me levanté- Sólo miraba un poco el cielo.

-Humm… -se encogió de hombros- Como quieras, pero nos vamos a ir en un rato.

-Ya, ya lo sé. –respondí, volviendo a poner la silla en su sitio-.

Se alejó pensando que probablemente no sería nada y se sentó junto a Eric. Me senté encima de la mesa con las piernas encogidas y esperé a que, simplemente, pasase el tiempo.

[...]

lunes, 30 de agosto de 2010

Helado Corazón XXXI

Sí... señoras y señores!! Ya llegué al capítulo 31!! Como pasa el tiempo... xD Muchísimas gracias a tod@s por apoyarme, animarme y... ¿amenazarme? ¬¬ xP Y, por supuesto, un gracias especial a Noe (Nat)... por darme diálogos, ideas y, sobre todo, ayudarme cuando me atasco :D

Gracias //*

P.D: La mayoría de los diálogos de Nat y Eric son creados por Noe... ¿obvio, no? xD

P.D.2: Había escrito mucho más en lo del principio, pero se me borró, así que... xD

XXXI

“Cuando un sueño se te muera
o entre en coma una ilusión,
no lo entierres ni lo llores, resucítalo...”

[Eric…]

Recuerda, Eric, lo haces por ellos… no le digas la verdad. Un soplo de aire me despertó de mis pensamientos. Vi a un trozo de papel caer de la mesa mientras la puerta se cerraba.

-“Será de Nat…” –pensé mientras me acercaba a aquella hoja arrancada de una libreta-.

Era de ella… para mí:

“No entiendo que te pasa ni porqué no me lo quieres contar. Pero estoy harta… Primero, cuando me conociste y te dijo Michelle que me gustabas, te pareció bien…; luego, te enfadaste porque sí antes de mi cumpleaños; después me besas, y cuando estamos genial, vas y te pones peor que nunca conmigo… Creo que no me merezco que me trates así, y aún encima intento ser comprensiva y ayudarte y me ignoras. ¡Ya vale! Si te dignas a hablarme, ya sabes lo que hacer… no usaré mi don.”

Vale… la he cagado. Pero si eso va a ayudarles y a facilitarme las cosas… Pero tampoco quiero que se enfade conmigo… Lo mejor será que vaya a hablar con ella…

Seguí su olor hasta un campo vacío… o casi. Nat estaba en el medio, sentada, abrazándose a las piernas y con la cabeza apoyada en ellas.

-Hola… -dije, intentando facilitar el diálogo-.

-No te entiendo, de verdad… -contestó, sin ni siquiera mirarme-.

-Verás… está claro que me pasa algo, y es que… cuando vosotros trazasteis un plan, yo hice uno por libre.

-¿Y es…? –preguntó girándose hacia mí, pero mirando al suelo-.

-Pues… pensé en irme.

-¡¿Cómo que irte?! –gritó antes de levantarse rápidamente- Pero… ¡¿A dónde?! ¡¿Sino me hubiese enfadado contigo no me dirías nada?!

-Verás… es que sería más difícil para mí decíroslo, porque yo tampoco quiero irme, así que, para que no me costase tanto, bueno… pues… intenté que te enfadases conmigo.

-Pero… ¡¿No te das cuenta de que aunque estuviese enfadada contigo no te dejaría ir?!

Tenía razón. La verdad es que no había pensado demasiado en los “inconvenientes”, como Nat. Se quedó mirándome esperando una respuesta.

-Aunque no quieras, no podrás evitar que me marche.

-¿Serías capaz de irte y dejarnos aquí sin ni siquiera decirnos adiós? –esta vez sí me miraba a los ojos-.

-No es una idea que me agrade mucho… pero me parece lo mejor. ¡En realidad lo que estoy haciendo es protegeros!

-¡¿Y tu manera de protegernos es marchándote?! Cuando pasen un par de años, ya estará todo solucionado. Si nos encontrasen por alguna casualidad mientras estamos andando por el bosque, diríamos que somos campistas, como muchos de los alrededores.

Además, si no nos encuentran en cuanto acaben la búsqueda por este bosque, que solo les llevara un mes o dos, empezarán a buscar en otras partes. Y sabes de sobra que si te detienen y no quieres escaparte, yo lo intentaría…

-Lo sé, lo sé… Pero no quiero ponerte en peligro… ni a ti ni a nadie de nuestra familia.

-Pero, ¡ya has oído a Michelle! ¡Ahora estamos juntos para lo bueno y para lo malo!

-¡No quiero haceros pagar por algo que he hecho yo solo!

-¡No lo has hecho tú! ¡Han sido otros vampiros de ahí fuera!

-¡Pero he escapado de la cárcel! ¡Eso ya es un delito!

-¡No escapaste tú! ¡Te sacamos nosotras! ¡Y por mi culpa!

-¡Pero me buscan sólo a mí! ¡Tengo que irme!

-¡No quiero perderte!

El silencio apareció durante unos segundos en aquel campo. En mi cabeza comenzaron a rondar un montón de contradicciones: “¡Quédate con ella!”, “¡Si me quedo estarán todos en peligro, incluida Nat!”, “¡Ellos te dijeron que no les importaba!”, “¡Pero seguro que les importa!”… En ese instante me volví a mirarla. Volvía a tener la mirada baja, esperando mi respuesta.

-Me quedaré… -dije, rápidamente. Volvió a mirarme- Pero si las cosas se empeoran… me lo plantearé; pero esta vez, teniéndote en cuenta.

En un movimiento que no pude percibir, apareció a mi lado y me abrazó. Luego, volvió a alejarse un paso.

-Y… aquella vez en mi cumpleaños, cuando me llamaste para hablar a solas, ¿Por qué te enfadaste?

Me empecé a reír, divertido. Parece que actúo demasiado bien…

-Ah, me alegra divertirte. –contestó con una sonrisa- ¡No te puedes imaginar lo mal que lo pasé!

-Lo siento -no pude evitar soltar una carcajada- Eso no era más que una “distracción”. Es que no sabía con qué entretenerte… se acordaron en el último minuto y tenían que prepararlo todo. –le dije riéndome-.

-No vuelvas a estar como hace unos días, ¿vale? –dijo, volviéndose más seria- Si te pasa algo, dímelo, lo entenderé y te podré ayudar.

-Te lo prometo…

No creí que hubiese que decir nada más. Me incliné y la besé. Buen final para una discusión.

. . .

-Están… ¿juntos? –dijo Ariana en un tono muy bajo y casi imperceptible a sus compañeros, escondida entre la maleza de los alrededores de aquel campo-.

-¿No lo estás viendo? –preguntó retóricamente una voz con acento ruso-.

-Vale… tenemos que empezar a planear mejor. –contestó Leonard mientras comenzaba a correr hacia el Sur, dejando su inconfundible “marca” junto a ellas-.

-Tiene que parar de dejar su sombra tirada por ahí… -dijo Isabell poniendo los ojos en blanco, en un tono más alto según se alejaban de Eric y Nat-.

Llegaron hasta la sombra de un gran árbol situado muy al Sur de su posición anterior.

-Entonces… está claro a quienes tenemos que separar primero, ¿no? –Ariana se sentó apoyada en el tronco, mirando a sus compañeros-.

-Aquella vampira me recuerda a alguien… -empezó a decir Leonard mientras se sentaba enfrente de ellas dos-.

-Bah, serán cosas tuyas… -contestó Isabell sin darle la menor importancia. Cambió de tema al segundo- Hay que ir a por uno de ellos dos.

-A mí no me importaría “secuestrar” al chico… -dijo Ariana sonriente, a lo que le siguió un suspiro-.

-¡Ya sé quien es la chica rubia! -gritó Leonard quitando las manos de su cara, que había puesto hace unos segundos-.

-¿La conoces? -le preguntaron sus compañeras a la vez-.

-La transformé yo… -empezó a responder mientras se le desviaba la mirada hacia el suelo- A ella y a otra, también. No sé si estará también en el grupo que buscamos… -pensó mejor durante un par de segundos- Aunque, espero que no… son las “elegidas”.

-¡¿Qué?! -gritaron Isabell y Ariana, poniéndose en pie-.

-¡¿Por qué las transformaste?! -continuó Isabell, cada vez más furiosa-.

-¡En aquel momento seguía siendo bueno! -contestó, levantando la mirada y frunciendo el ceño- ¿Os tengo que recordar que vuestras “historias” fueron lo que me pusieron de vuestro lado?

-No, gracias. -dijeron a la vez, con una sonrisa sarcástica-.

-La cuestión es que… noté que tenían una “conexión especial” pero también muy débil siendo humanas, así que… las transformé. Y resultaron ser ellas.

-Vale, eso ahora no importa. -le cortó Isabell- Tenemos que ir a por la vampiresa rubia, para separarla de su pareja y de la otra elegida, ¿entendido?

Asintieron y comenzaron a planear su estrategia. Se sentían seguros, imparables, sin enemigo alguno. Creían que sus dones no tenían rival. Lo único que ignoraban era que alguien acechaba entre la maleza.

[...]

domingo, 22 de agosto de 2010

Helado Corazón XXX

HOLA ! (: Siento la tardanza en escribir, bla, bla ,bla.. xD Y.. led, comentad, muchas gracias por seguirlo y ayudarme cuando me atasco ¬¬ xDD

(LL. //*

XXX

“Se despertó a medianoche a mirar
si el reflejo del agua podía encontrar
aquella risa que un día mudó
y, por segunda piel, de soledad se vistió…”

Jueves, 23 de Septiembre de 2010 – 11:42 A.M.

“Llevamos unos… tres días encerrados en casa por el simple hecho de que la mayoría no quieren salir, salvo para vigilar los alrededores. Si Nat estuviese bien, ya habría propuesto un montón de cosas que hacer, pero sigue afectada por lo de Eric. Michelle está bastante decepcionada con Ian y él, intenta arreglarlo como si no pasase nada; como ayer que se acercó a darle un abrazo normalmente y ésta, lo esquivó.

Hay muchísima tensión en el ambiente. Pasamos horas y horas sin decir nada salvo en los turnos de cambio de vigilancia.

La única persona con la que hablo es con Nat, cuando estamos por los alrededores, comentando la situación de la familia Dilla.”

El sonido de mis pasos hacia el armario fue lo único que se oyó durante bastante tiempo. Volví de nuevo a sentarme en la mesa. Miré a mi alrededor: Nat estaba haciendo garabatos en un cuaderno, con expresión aburrida y algo triste; Eric seguía junto a la ventana, ausente; e Ian, simplemente se tumbó en el sofá, fingiendo que dormía. Al poco, llegaron Maia y Michelle de su turno de vigilancia.

-Hola. –dijo Maia en cuanto entraron, con expresión neutra-.

-No hace falta que vayáis tú y Nat ahora… no parece que vayan a venir. -empezó a decir Michelle- Podríamos… ir al lago un rato. ¿Os parece bien?

Nat miró hacia Eric, que seguía sin hacer caso.

-Id vosotros. –respondió mientras volvía a mirar a su libreta- Yo… prefiero quedarme.

-Vale, como quieras… -le dije mientras me levantaba e iba hacia la puerta-.

Dejamos a Eric y a Nat y nos fuimos. No hablamos hasta llegar al lago.

-¿Le pasa algo a Eric? –preguntó Maia mientras se sentaba en la orilla-.

-Nat cree que sí… por eso se ha quedado. –contesté mientras me apoyaba de rodillas a su lado-.

-Estará disgustado por lo de su búsqueda, ponernos en peligro… –dijo Michelle mirando al agua, distraída-.

-Lo siento. –soltó Ian de golpe mirando a Michelle, que se giró de repente-.

-¿Qué? -preguntó, confusa- ¿Por qué?

-Después de lo que le dije a Eric… me he dado cuenta de que sí he cambiado. -dijo mientras se le desviaba la mirada hacia el suelo- No me reconocí en ese momento, y… quería pedirte perdón porque se te veía afectada…

-No pasa nada, tranquilo. -respondió riéndose un poco mientras se acercaba a abrazarlo. Al segundo, levantó la cabeza para mirarlo- Y a quien tienes que pedirle perdón es a tu hermana, no a mí.

-Perdona, ¡pero estoy harto! –dijo mientras se sentaba a nuestro lado- Sólo le pediré perdón si ella accede a volver.

Todas suspiramos, poniendo los ojos en blanco y con cara de querer decir: “Pesados…”

. . .

[Nat…]

Apoyé el codo en la mesa, sujetándome la cabeza. Continué garabateando, sin prestar mucha atención. Acababa de oír la puerta cerrarse a mi espalda. No podía apartar de mis pensamientos mi situación con Eric y la idea de que, en cualquier momento, podrían aparecer la policía y llevárselo. Podría escapar de nuevo de la cárcel, claramente, pero no querría seguir con nosotros por ponernos en peligro. Miré hacia él: igual que siempre… Vi que el sol le estaba dando demasiado y ya llevaba varios días igual.

-Eric… -empecé a decir, esperando una respuesta. Al cabo de unos segundos en silencio, continué- ¿No llevas demasiado tiempo al sol?

-Sí, ¿Y? –respondió secamente-.

-¿No recuerdas lo que nos dijeron de lo del sol? –pregunté, más preocupada todavía-.

Tiró de la cortina con brusquedad, cerrándola.

-Ya. ¿Contenta? –me contestó, retóricamente. Volvió a mirar hacia la ventana-.

Me acerqué a él y acaricié su pelo, jugando con él entre mis dedos.

-Oye… ¿Qué te pasa?

Cogió rápidamente mi mano y la apartó bruscamente.

-Nada.

-Sí, claro, ¡creo que esta vez no te he hecho nada para que me trates así! -le contesté furiosa-.

Me ignoró completamente mientras seguía con la mirada perdida en la ventana.

-Vale… -dije, irónicamente-.

Volví a sentarme, cada vez más enfadada. Cogí el bolígrafo para continuar garabateando y miré a la hoja. Sin darme cuenta, había estado escribiendo su nombre por toda la página. La arranqué con brusquedad y la arrugué, formando una bola con ella. La tiré al suelo por alguna parte de la habitación y me puse a escribir nuevamente una nota para Eric. En cuanto acabé, la dejé encima de la mesa y me fui corriendo con todas mis fuerzas.

[...]

domingo, 15 de agosto de 2010

Helado Corazón XXIX

Hola !! ^^ Pues nada... muchas gracias de nuevo por vuestro apoyo y vuestra impaciencia ¬¬ xddd Leed y ya me diréis que tal va la historia :P

Besos//* :D

XXIX

“Llorar es purgar la pena,
deshidratar todo el miedo que hay en ti,
es sudar la angustia que te llena,
es llover tristeza para poder ser feliz…”

Saltamos para llegar hasta la rama en la que estaba ella y nos sentamos a su lado, preocupadas.

-Monique, tienes que volver con nosotros… -empezó a decir Maia, poniendo una mano en su hombro, intentando consolarla-.

-Volveré en cuanto mi “hermanito” me pida perdón… -dijo Monique en tono sarcástico, limpiándose un poco las lágrimas-.

-Pues eso va a ser… un poco complicado. –respondí, torciendo la boca-.

-No tiene muchas intenciones de hacerlo. –añadió Maia, sonriendo un poco de lado- Pero si vienes, a lo mejor…

-No pienso ir si no muestra el más mínimo cariño por su hermana.-dijo Monique, bajando la mirada- Parece mentira que Ian me haya hecho creer durante tanto tiempo que nos llevábamos bien… y ahora, pasa de mí como si fuese una extraña…

No pudo reprimir las lágrimas al acabar de decir esto. Maia y yo suspiramos, perdiendo un poco la paciencia.

-Monique, no te lo tomes tan mal… -empezó a decir Maia, intentando consolarla- A lo mejor sólo intentaba picarte, no buscaba una pelea seria…

-¡Pues estoy harta de esos “piques”! ¡Si no buscaba una pelea tan seria, no debería haber dicho eso! –gritó Monique mientras se levantaba y se ponía de pie en la rama de enfrente, dándonos la espalda. Nos pusimos a su altura y miramos hacia ella, expectantes-.

-Pero… alguna vez tendrás que volver, ¿no? –pregunté, esperando que dijese que sí- ¡No puedes andar por ahí sola!

Se giró hacia nosotras con los ojos cerrados y los abrió de golpe, levantando una ceja. Marcó una de las comisuras de la boca, sonriendo sarcásticamente.

-Por lo visto… siempre he estado sola.

Después de aquellas palabras, que se nos clavaron en el oído como cuchillos recién afilados, desapareció como un borrón de colores en medio de una marea de árboles. Maia y yo nos llevamos las manos a la cabeza, llenas de dolor y angustia, pero a la vez de enfado e ira. Maia se sentó de nuevo y se puso las manos sobre la cara.

-Maia… -dije, interrumpiendo sus pensamientos- Tenemos que volver…

Asintió con la cabeza y le tendí mi mano para que se pusiera en pie. Nos dimos la vuelta y recorrimos de nuevo el camino que habíamos hecho para llegar hasta allí. Llegamos sobre las 6 o 7 a casa. Prácticamente nos acribillaron a preguntas.

-Pues nada… -empecé a contar, ya que Maia entró mirando hacia el suelo y evitando a toda costa cualquier pregunta hasta llegar a sentarse en el sofá- la encontramos después de correr unos… 10 kilómetros al sur sentada en una rama y bueno… no quiere volver.

Mientras todos empezaron a hablar y a comentar sus opiniones sobre el tema, Nat me apartó a un lado:

-Ha pasado una cosa extraña mientras no estabais… -me dijo, susurrando para que no la oyesen los demás-.

-¿Qué? –pregunté, expectante-.

-Nada, que… noto raro a Eric… -respondió, mirando cada poco hacia donde estaba él. Miré yo también y lo vi sentado junto a la ventana, mirando hacia fuera-.

-¿Hablaste con él? –le pregunté, pensando que estaba demasiado preocupada por Eric-.

-Sí, pero dice que no le pasa nada… -contestó, poniendo los ojos en blanco-.

-Pues… está claro que le pasa algo. –dije, mientras miraba de reojo hacia él- Pero… no sé que podrías hacer para ayudarle si no te dice nada…

-Tendré que buscar una oportunidad… o algo para hablar con él. –sonrió un poco y yo asentí con la cabeza. Volvimos de nuevo con los demás-.

-Pero, ¿no habías dicho que le pedirías perdón? –preguntó Michelle a Ian, subiendo un poco el tono de voz-.

-Sí, pero si ella vuelve. –contestó mientras se sentaba en uno de los sofás- No pienso ir a buscarla como un estúpido.

[...]