miércoles, 23 de junio de 2010

Helado Corazón XXIII

Me voy de vacaciones hasta el domingo ahora así que... os dejo esto hasta la vuelta ;)

Besos y feliz verano!! :D

P.D: Está narrado por Nat, aviso xdd

XXIII

Tómame y el viento hará una canción,
por el fuego eterno que sellara nuestra unión…”

[Nat…]

Fue muy raro. Apenas entré en la casa, Eric me sacó rápidamente con la excusa de que tenía que decirme algo. ¿Qué tramarán? Y ahora estamos caminando, bueno…, corriendo por el bosque de los alrededores de la casa. Algo me sacó de mis pensamientos.

-¡Nat! –gritó Eric, que iba unos metros detrás de mí. Me paré agarrándome a un tronco de un árbol. A los pocos segundos, me alcanzó- Por favor, no uses tu don tan alegremente, ¡que no llego a alcanzarte!

-Perdona. –dije mientras me reía por la expresión de cansado que tenía- ¿Qué tenías que decirme?

-Pues… -empezó a decir mientras, creo yo, buscaba como seguir- ¿Qué es eso de novio?

-¿Eh? –contesté confusa- ¿A qué te refieres?

-Que cuando hablasteis de eso de que Ailin se sentía excluida… Le explicaste que siempre sería tu amiga… aunque tuvieses novio.

-Sí. ¿Y? –respondí fingiendo normalidad- Era… en hipótesis.

-Ah… -dijo mirando hacia abajo, buscando cómo continuar- Es decir… ¿lo decías como ejemplo?

-Claro... Me refería que aunque tuviese novio, seguiría siendo mi amiga. No que lo tenga. ¿O es que sí lo tengo? –sonreí levantando la ceja hacia él-.

-Eso lo sabrás tú mejor que yo, ¿no? –contestó mientras empezó a correr. Parecía algo cabreado-.

Le seguí. No tardé mucho en alcanzarlo. Y menos en superarlo. Me senté en una rama de un árbol que estaba a unos metros de él.

-No puedes huir de mí. –dije mientras me reía- Y lo sabes.

Se sentó en la misma rama, dejando un espacio entre los dos. Parecía enfadado. Me moví deshaciendo ese hueco.

-Eric… -empecé a decir. No me contestó- ¿Crees que tenía un novio cuando era humana? O… ¿Qué estas pensando en este momento?

Se quedó en silencio unos segundos. Luego empezó a hablar.

-No es eso. –volvió a quedarse unos cinco segundos en silencio- Vamos yendo a casa.

Empezó a correr mucho más rápido que las otras veces. Vale, la he cagado. Le seguí, sin alcanzarlo. Es más, iba mucho más atrás que él.

Al cabo de un rato, llegamos al lago donde se descubrió el don de Michelle, a la vez que la relación de Monique e Ian: hermanos.

Desde lejos, vi que Eric se quedaba en el umbral de la puerta, sin abrirla. Llegué hasta su posición. Sin decir nada, Eric dio dos golpes y abrió la puerta.

-Emm… -se oyó desde dentro- ¡¿Sorpresa…?!

[...]



lunes, 21 de junio de 2010

Helado Corazón XXII

En fin.. os dejo aquí el capítulo 22...

XXII

“Si yo, tú. Si tú, yo también.

Si lloro, ríeme. Si ríes, lloraré.

Pues somos el equilibrio,

dos mitades que forman un sueño…”

-¿Mi don? –preguntó Eric, confuso- ¿Mi don es saber la “media naranja” de las personas?

-Eso parece. –contesté sonriente- Es un buen don.

-Pero… ¿lo que decíais era verdad realmente?

-No. –respondimos Maia y yo al unísono y sonrientes-.

-Es decir que… -empezó a decir Eric-.

-Sí, tu don tiene razón. –contesté antes de que lo dijese él- Nat y tú sois la pareja perfecta, al igual que Ian y Michelle. ¿Contento?

-Mucho. –dijo Eric riéndose-.

Seguimos lavando nuestra ropa con normalidad y hablando sobre otras cosas sin importancia. Al acabar, fuimos hasta la zona de nuestra casa. Colgamos la ropa en un árbol cercano, para que secase.

-Vamos ahora nosotras a lavar la ropa. –dijo Nat refiriéndose a Monique y a ella-.

-Vale. –respondí yo mientras le guiñaba el ojo y movía la mirada hacia Eric. Me sonrió como diciendo: “Luego me cuentas”-.

-Ah, por cierto… -siguió diciendo Monique- Llamad antes de entrar en casa.

-¿Poooooor? –preguntó Maia. Luego calló en la cuenta- Ah, claro. Ian y Michelle están solos en casa.

-Ajá. –respondió Monique mientras sacaba la lengua-.

Terminamos de colgar la ropa limpia y nos dispusimos a entrar en la casa. Nos quedamos en el umbral unos segundos por si oíamos algo. Nada de nada.

-¡Toc, toc! –gritó Maia a la vez que daba golpes en la puerta-.

Esperamos un rato. Nadie nos abre.

-Bueno, pues les hemos avisado…–gritó Eric mientras abría la puerta-.

Entramos en la casa muy despacio, intentando no hacer ruido. No había nadie. Al menos, que viésemos.

En un segundo, se abrió la puerta del baño casi rompiéndose, de la que salieron Michelle e Ian… sí, besándose.

-¡Ejem, ejem! –grité, haciendo notar que estábamos allí-.

De repente, estaba Michelle colocándose bien el pelo e Ian la camisa. Sonrieron, algo avergonzados.

-Muy bien, ¿eh? –dijo Maia sarcásticamente-.

-Ya os vale… -seguí diciendo yo mientras decía que no con la cabeza, mostrando indignación fingida- ¡Esas cosas se hacen en un hotel, que para eso están!

-Peroooo… no es lo que parece… -dijo Michelle mientras miraba hacia Ian para que le siguiese el juego-.

-Eso… sólo estábamos… -empezó a decir mientras buscaba algo con lo que continuar- Estábamos…

-Dejadlo. –cortó Eric- Sabíamos lo que estabais haciendo, o nos lo imaginamos, así que no hace falta especificarlo.

Nos empezamos a reír. Se notaba que Michelle e Ian respiraban aliviados por no tener que haber buscado algo con lo que salir del paso. Fueron a sentarse en los sofás y en el suelo, para hablar de nuestras cosas, como siempre. Yo fui hasta el armario para coger mi diario. Lo abrí mientras me acercaba hacia ellos.

-¡Ay, no! –grité al caer en la cuenta de algo-.

-¿Qué pasa, Ailin? –me preguntó Maia, extrañada-.

-¿Hoy es 17 de Septiembre?

-¿Cómo quieres que sepamos eso? –preguntó Michelle poniendo los ojos en blanco- Llevamos unos 100 años sin calendario…

-Espera, a lo mejor puedo calcularlo desde que me metieron en la cárcel… -dijo Eric mientras se quedaba pensativo- Si no me equivoco, sí, hoy es 17 de Septiembre.

-¡No, no, no, no! –grité mientras me tiraba en el sofá ocultando la cara-.

-Tranquila, Ailin. –dijo Maia sentándose a mi lado- Cuéntanos qué pasa y así te ayudaremos en lo que sea, venga.

-Pues… que hoy es el cumpleaños de Nat… -contesté con un hilo de voz- Y se me ha olvidado.

-Pero… aún estamos a tiempo. –dijo Ian, hablando casi por primera vez en el rato que llevábamos en la casa- Serán las… 12 o así del mediodía. Sólo tenemos que distraer a Nat un tiempo y podemos hacerle una fiesta sorpresa.

-Claro. –continuó Eric- Puedo distraerla yo.

-Sí, ya, a saber que haréis… -contestó Ian levantando la ceja-.

-No eres el más indicado para hablar. –dije yo, ya con la voz firme-.

Se rieron todos ante mi tono de voz serio, pero Ian me miró mal, así que le saqué la lengua, lo que provocó más risas por parte de los demás.

-Vale, pues… -seguí diciendo- En cuanto lleguen Monique y Nat de lavar la ropa, Eric se lleva a Nat con cualquier excusa y nosotros preparamos todo después de explicárselo a Monique.

-¿Con qué excusa? –preguntó Eric-.

-Pues… lo que sea. Que le tienes que decir algo, por ejemplo. –contestó Michelle-.

Seguimos hablando sobre las cosas que necesitaríamos y sobre todo… ¿cómo conseguiríamos lo necesario?

-Fácil… -empezó a decir Michelle- Hay una cosa que se llama “coger prestado”.

-Nada de robar. –respondí cortante-.

-¿Y cómo piensas comprar todo? –preguntó Ian malhumorado-.

Me quedé pensativa unos instantes. Al final me rendí.

-En fin… si no queda otro remedio… -empecé a decir- Pero solo por esta vez. Y no cosas demasiado valiosas.

-Vale, prometido. –respondió Michelle- Hay que empezar ya.

En ese momento aparecieron dentro de casa Monique y Nat.

-¡Hoola! –dijo Nat sonriente-.

Eric se levantó y se acercó a ella. Oí que le decía en bajo algo así como: “¿Puedes venir un segundo?”. Se fueron y empezamos a contarle todo a Monique. Decidimos que sería mejor que fuesen Michelle y Maia las que cogiesen “prestadas” las cosas, ya que nadie se dio cuenta cuando robaron lo de nuestra casa árbol. Nos pusimos manos a la obra, ya que no sabíamos cuanto tiempo podría entretenerla. ¿Qué excusa se inventaría Eric?

[...]

lunes, 14 de junio de 2010

Helado Corazón XXI

Estoy con exámenes y trabajos y cosas de estas así que hasta el fin de semana o más, no actualizaré más T^T

Besos//*

XXI

“Sutil es la mezcla

de poco y delicado…”

-¿Así que el don de Ian es persuadir, eeh? –dijo Nat levantando las cejas y mirando hacia Michelle-.

-¿A que te refieres con ese levantamiento de cejas? –preguntó Michelle riéndose-.

-¿Cómo sabe que no te ha “persuadido” para que estés con él? –respondió Nat mirando hacia ella muy seriamente-.

-Eso me lo dirá mi detector de mentiras parlante. –dijo Michelle sacándome la lengua. Respondí a aquello mirándola mal- ¿Verdad que sí, Ailiiiiin? Con lo que yo te quierooooo…

-Sí, ya, claro, cuando te conviene. –respondí sin parar de mirar mal. Después de unos segundos de que Michelle pusiese pucheros, cedí- En realidad, me sorprendieron muchas cosas desde que Monique e Ian llegaron. Primero, que no notaba cuando Monique decía o no la verdad, lo que me frustraba bastante a la vez que me sorprendía. Si no hubiésemos ido a la cárcel, donde podía comprobar que seguía con mi don, hubiese pensado que lo perdí por completo. Segundo, que Ian no se interponía entre las peleas de Monique y Michelle. Bueno, físicamente si se ponía en medio, pero nunca negaba lo que decía Monique. Al menos, que yo oyese. Y tercero, que cuando llegamos donde el lago, se podía escuchar en mi mente algo así como: “No sé si miente…, no noto nada de nada…” y en cuanto Ian dijo que eran hermanos, fue algo así como oír gritos en mi cabeza que decían: “¡Es verdad! ¡Es verdad!”

-¿Con todo eso quieres decir que nos queremos de verdad? ¿Qué no es persuasión suya? –dijo Michelle después de todo mi monólogo-.

-Pues sí. –respondí riéndome- Bien resumido.

-Es que yo… -dijo Michelle también riéndose-.

Viernes, 17 de Septiembre de 2010 – 10:28 A.M.

“Nos pasamos toda la noche hablando sobre nuestra “humanidad” anterior. Nat y yo les contamos a Monique, Maia y Michelle que nos recordaban a unas con las que íbamos a clase. ¡Se parecen muchísimo! ¿Raro, eh? Nos reímos muchísimo contándoles “frases típicas” de ellas y sobre todo, su parecido.

Dentro de un rato me iré a lavar la ropa al río con Maia y Eric. Y… para descubrir el don de este último, tenemos un plan…”

-Eric, Maia, ¿vamos? –cerré el cuaderno de golpe y fui a guardarlo en el armario. Cogí mi ropa sucia a la vez que Eric cogía la suya. Maia ya estaba en la puerta, esperando-.

Llegamos al río en poco tiempo, ya que estaba cerca de nuestra casa. Lavamos la ropa en silencio un buen rato, con pocas cosas que decir.

-Puff… -Eric paró un segundo y fingió limpiarse el sudor de la frente- Deberíamos haber comprado una lavadora.

-Podríamos si… -empezó a decir Maia mientras me miraba-.

-No. –la corté- Nada de robar. Si queremos cosas, las compraremos con dinero, como las personas normales.

-Pero es que no somos ni personas ni normales. –respondió Maia casi gritando-.

-¡Maia! –grité, ya harta- ¡Ya se ha esfumado bastante de mi humanidad, no quiero que se vaya del todo!

Estuvimos de nuevo en silencio. Nadie se atrevía a decir nada. Casi nos habíamos olvidado de nuestro plan. Cuando me acordé, le guiñé el ojo a Maia y moví ligeramente la cabeza hacia Eric. Asintió con la cabeza.

-Oye, Eric… -empecé a decir-.

-¿Qué? –respondió sin parar de lavar la ropa-.

-¿Tú que opinas de la relación entre Michelle e Ian? –continuó Maia-.

-¿Qué opino de qué? –dijo Eric encogiéndose de hombros- Pues… que si se quieren, que estén juntos, mira tú…

-Ah… ya. –respondí yo mientras pensaba en lo siguiente que decir. Maia se me adelantó-.

-Pues… yo no estoy muy segura de que Ian quiera a Michelle… -dijo esta guiñándome el ojo-.

-Ya… -contesté yo-.

-Pero… ¿no habías dicho que Ian decía la verdad? –dijo Eric parando de lavar y mirándome con cara de extrañado-.

-Sí, bueno, ya… -respondí buscando alguna excusa- Eso se lo dije a Michelle para que… no se llevase una desilusión.

-Es decir, ¿que en realidad Ian no quiere a Michelle? –preguntó Eric, confuso-.

-Pues… sí. –contestó Maia-.

-Y si lo sabéis, ¿no deberíais decírselo? –dijo Eric-.

-Deberíamos, sí… -empecé a decir mientras buscaba alguna salida- Peroo… antes queríamos decirte una cosa que nos dijo Ian…

-¿Sobre qué? –preguntó un poco indiferente-.

-Sobre… quien le gusta en realidad. –dijo Maia fingiendo mucha seriedad-.

Eric dejó de limpiar la camiseta que estaba lavando en ese momento y la soltó. Seguía de rodillas contra el suelo. Miró hacia abajo. Notaba que estaba temblando un poco.

-¿Quién es? –susurró casi inaudiblemente y sin parar de mirar hacia abajo-.

-Nat. –dije muy seca y rápidamente-.

Seguía mirando hacia abajo. Cerró los puños y empezó a temblar un poco. Se levantó rápidamente. Miró hacia arriba buscando nuestra mirada.

-No es verdad. –dijo también susurrando-.

-Sí que lo es. –contesté mirando muy seriamente- Y… Nat me ha dicho que está pensándose con quién quedarse… si contigo o con Ian…

Eric empezó a temblar todavía más fuerte. Miré hacia Maia como preguntándole si deberíamos seguir con aquello. Asintió y movió los labios diciéndome: “Cuanta más ira, más fácil es que salga el don.” De repente, se sentó agarrándose las piernas, de modo que ocultaba la cara. Se quedó así, unos segundos en silencio. Notaba que se estaba concentrando en algo.

-¡Chist! –me dijo Maia susurrando casi inaudiblemente- Noto un don que se está formando…

Sonreímos las dos en silencio y continuamos observándolo.

-Eric. –empezó a decir Maia con un tono en el que se reflejaba la tranquilidad y la normalidad- No le des más vueltas, si prefiere a Ian, no puedes hacer nada.

-No quiere a Ian. –contestó Eric levantando la cabeza. En su cara se reflejaban los mismos sentimientos que vimos el día anterior en la de Michelle: ira, dolor y rabia- No lo quiere.

-¿Cómo estás tan seguro? –pregunté con toda normalidad-.

-No lo sé… -dijo mientras se sentaba normalmente- Es muy extraño… Simplemente tengo la sensación de que Nat y yo somos la “media naranja” del otro.

-¿Y entre Michelle e Ian? –contestó Maia mientras se concentraba en buscar dones-.

-También tengo esa sensación entre ellos. Es muy raro…

-No, no es raro… -dijo Maia mientras empezó a sonreír- Es tu don.

[...]

domingo, 6 de junio de 2010

Eric... (Añadido.)

“Y todo por un pelea… ¿Qué digo pelea? Si simplemente fue una pequeña riña entre hermanos…

Él quería poner un canal distinto en la televisión que yo. Sólo eso bastó para que acabase aquí encerrado. Mis padres se enteraron de nuestra discusión, se pusieron de su parte, acabaron ellos tres peleados conmigo y yo… ¿por qué tuve que quedar con mis amigos? Si me hubiese quedado yo también estaría muerto y por lo menos sentiría algo… No estaría aquí acurrucado en la oscuridad… rezando por salir con vida… o no. Ya no sé ni lo que quiero.

Luego volví. Parecía que no había nadie en casa. Pero sí había alguien. Mis padres y mi hermano en el suelo, inmóviles... Y desangrados. No podía creer lo que estaba viendo. Me tiré al suelo y no pude retener las lágrimas. En ese instante me pareció ver a algo… o a alguien cayendo por la ventana. Pensé que me había vuelto loco. Me quedé así unos segundos. A los pocos minutos, una sirena de policía anunciaba la llegada de mi fin.

En el juicio, mis vecinos testificaron que me oyeron discutir contra ellos y salir de casa muy enfadado. Por supuesto, me condenaron culpable.

Y ahora… aquí estoy. En una celda de 2x2… tumbado en una cama… Bueno, cama… unos muelles con goma espuma encima. Intentando contener las lágrimas… esperando un momento que no llega… y no llegará…

Unos días antes había oído que en esta cárcel corrían unos rumores muy extraños… Que había un monstruo… o algo por el estilo… que mataba a los reclusos. Por supuesto, no me creía ese tipo de tonterías… pero después de haber visto lo que ocurrió con mi familia… ya me creía de todo. En fin… será lo que dios quiera…

¿Qué es ese ruido? ¿Alguien riéndose? Vi unas sombras acercándose a mi celda… Levanté la cabeza de golpe…

-¿Quiénes sois? –dije con todavía lágrimas en los ojos…-“